La mediática argentina concede una entrevista a su hermana Zaira en el programa ‘Rumis’ en la que da jugosos detalles de sus inicios con el futbolista.

Wanda Nara vuelve a ser noticia. La empresaria argentina ha concedido una entrevista a su hermana Zaira en el programa ‘Rumis’, dentro del ciclo ‘La casa del streaming’, donde se sincera sobre sus inicios con Mauro Icardi cuando todavía estaba casada con el también futbolista Maxi López.

La televisiva incluso da detalles de cómo fue su primera noche de pasión con su actual marido y padre de sus dos hijas, Francesca e Isabella.

“Escuchen la historia porque es mortal”, comienza diciendo Wanda Nara. “Éramos amigos. Creo que nunca lo conté. Yo estaba peleada con Maxi López, separada, viviendo en la misma casa, pero durmiendo en diferentes cuartos. En medio de la crisis que nadie sabía, Mauro era mi amigo y sí lo sabía”, continúa relatando en ‘Rumis’.

La modelo desvela que sus primeros encuentros con el jugador del Galatasaray ocurrieron en el “departamento de soltero” de él. “Por ese colchón habrán pasado 200 mujeres, pero después de mí, fue destrucción total. No le sirvió más el colchón.

Me acuerdo de los dolores que tenía en el cuerpo al día siguiente porque no estaba acostumbrada a darlo todo. Tomé ibuprofeno cada cuatro horas”, añade sin dejar atrás ningún detalle.

“Yo creo que si esa noche no hubiera funcionado, no hubiera pasado todo lo que pasó con nosotros”, afirma sobre su historia de amor con Icardi que este 2024 cumplirá una década; eso sí, llena de idas y venidas entre numerosos escándalos mediáticos.

Wanda también ha querido compartir en ‘Rumis’ la curiosa anécdota que protagonizó tras ese encuentro sexual. “Fui al Disney Store y le compré un oso de peluche que lo llené con mi perfume. Más tóxica aún: le dejé escrita una carta con la canción ‘Colgado en tus manos’ de Carlos Baute’”, afirma entre risas.

Como era de esperar, la argentina también habló de los cuatro teléfonos móviles que tuvo Mauro Icardi durante su etapa de soltero. “Tenía cuatro porque dividía a las mujeres por continentes. Una locura. Nosotros éramos amigos por aquel entonces, pero yo ya empecé a operar”, recuerda.

“Uno de los teléfonos era el bueno, al que le llamaban los directivos; y los otros, de las mujeres donde tenía todos los ‘gatos’. Miré para un lado, miré para otro y se los tiré al agua”, reconoce también. “Más tarde, empieza a levantar todas las colchonetas de barco y a buscar los teléfonos. Yo buscaba también, más que nadie, pero desaparecieron”, concluye riéndose.