La relación entre Wanda Nara y sus empleados, particularmente con aquellos que han trabajado dentro de su entorno más cercano, ha sido siempre un tema polémico y controversial. En este caso específico, nos encontramos con Analía Alvarado, una exmucama de la familia, que ha revelado detalles impactantes sobre su experiencia laboral con la mediática empresaria y su esposo, Mauro Icardi.

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Este testimonio expone no solo las dificultades laborales que enfrentó, sino también una serie de situaciones que arrojan luz sobre la vida privada de la pareja y la manera en que manejaban sus relaciones familiares y profesionales.

Analía, en su relato, comienza explicando que trabajó para Wanda Nara en Italia alrededor del año 2013, cuando ella y Mauro Icardi se establecieron allí. Su relación laboral con la familia no terminó bien, ya que Wanda, según Analía, dejó de pagarle su sueldo durante los últimos dos meses de su trabajo.

Aunque no hubo un enfrentamiento directo que causara su salida, el hecho de no recibir su salario completo fue un punto de fricción que marcó el final de su colaboración con la famosa pareja.

Un episodio que destaca en su testimonio es cuando Wanda la envió a la casa de otro hombre, conocido como “Mai López”, junto con los hijos de la pareja. Analía recuerda cómo Wanda le pidió específicamente que no dejara a sus hijos con este hombre bajo ninguna circunstancia.

Este pedido generó una situación de gran responsabilidad para Analía, quien se vio obligada a tomar decisiones difíciles en relación con el cuidado de los niños. Incluso cuando Wanda le pidió, a través de un mensaje de texto, que abandonara la casa y dejara a los niños, Analía se negó, argumentando que ella se haría responsable de los pequeños hasta que la propia Wanda regresara y tomara el control.

Este relato ilustra la dinámica de poder y control que Wanda ejercía sobre su personal, así como el alto nivel de responsabilidad que depositaba en ellos. A pesar de que Analía intentaba cumplir con sus deberes de la mejor manera posible, la falta de pago y las demandas contradictorias por parte de su jefa creaban un ambiente de trabajo tenso y complicado.

Otro aspecto llamativo del testimonio de Analía es la relación de Wanda con su exesposo, Maxi López, y la manera en que gestionaba la interacción de este con sus hijos. Según Analía, cada vez que Maxi López intentaba visitar a sus hijos, Wanda se negaba a permitir el encuentro.

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A menudo, Maxi llegaba a la casa, tocaba el timbre y pedía ver a los niños, pero Wanda les ordenaba a Analía y a otros empleados que dijeran que los niños no estaban disponibles o que no querían verlo.

Sin embargo, Analía revela que, en realidad, los niños lloraban dentro de la casa porque querían estar con su padre. Este comportamiento de Wanda, que consistía en negar la realidad y manipular la narrativa en su favor, es una constante que aparece en varios aspectos de su vida.

El testimonio de Analía también destaca la desconexión que existía entre la imagen pública que Wanda proyectaba y la realidad que se vivía dentro de su hogar. En varias ocasiones, Wanda contaba historias en la televisión que no se correspondían con los hechos reales que ocurrían en la casa.

Un ejemplo de esto es cuando Wanda mostró en las redes sociales que había cocinado para su esposo Mauro Icardi, cuando en realidad fue Analía quien preparó la comida.

Esta contradicción entre la verdad y lo que Wanda mostraba al público genera una imagen de manipulación mediática, donde la empresaria construía una narrativa a su favor, distorsionando la realidad para mantener su reputación y controlar cómo era percibida por el público.

Otro detalle interesante es la falta de acceso a los medios de comunicación argentinos que tenían los empleados de Wanda mientras vivían en Italia. Según Analía, Wanda les prohibía ver televisión argentina, lo que los mantenía aislados de las noticias y eventos que ocurrían en su país natal.

Este aislamiento forzoso no solo les impedía estar informados, sino que también limitaba su capacidad de comprender el contexto en el que estaban trabajando y las implicaciones de los eventos que los rodeaban.

La situación de los niños también es un tema recurrente en el testimonio de Analía. En varias ocasiones, Wanda involucraba a sus hijos en disputas de adultos, utilizando a los niños como piezas clave en sus conflictos con Maxi López o en su narrativa pública.

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Analía menciona cómo Wanda les impedía a los niños ver partidos de fútbol de su padre, Mauro Icardi, a pesar de que los pequeños querían verlo jugar. Este tipo de control sobre lo que los niños podían o no hacer reflejaba la manera en que Wanda gestionaba cada aspecto de su vida familiar, poniendo sus propios intereses por encima de los deseos y necesidades de sus hijos.

El testimonio de Analía concluye con una reflexión sobre la utilización de los niños en los conflictos de Wanda. Durante una conversación televisada, Analía menciona cómo Wanda involucraba a sus hijos en situaciones que deberían haber sido resueltas entre adultos, lo que afectaba negativamente a los pequeños.

En un momento particularmente doloroso, Analía describe cómo Wanda mostraba un video en el que su hijo la llamaba mentirosa, lo que, según Analía, era una manipulación emocional inaceptable.

Esta instrumentalización de los niños para justificar las acciones de Wanda y deslegitimar a otros adultos es una práctica que, según Analía, revela la falta de límites de Wanda y su disposición a utilizar cualquier recurso a su disposición para ganar una disputa.

En resumen, el testimonio de Analía Alvarado nos ofrece una visión íntima de la vida dentro del hogar de Wanda Nara y Mauro Icardi. A través de sus palabras, se pueden apreciar las tensiones laborales, los conflictos familiares y las contradicciones entre la imagen pública de Wanda y la realidad que se vivía en privado.

La falta de pago, las exigencias contradictorias y la manipulación emocional son solo algunos de los elementos que emergen de este relato, pintando una imagen compleja y a menudo conflictiva de la relación entre Wanda y aquellos que trabajan para ella.

Además, el uso de los hijos en las disputas personales y públicas de Wanda agrega una capa adicional de controversia, mostrando cómo los conflictos de poder y control pueden extenderse incluso a las relaciones más cercanas dentro de la familia.